Sé que no tengo una legión de seguidores esperando a leer lo que humildemente escribo en este blog, pero tras tanto tiempo en silencio sentí la necesidad de escribir unas lineas, aunque en esta ocasión fueran algo más personal.

En Karate existe una postura que se llama «Yoi». Una traducción posible sería «Preparado». Habitualmente esta postura se adopta al comenzar y finalizar algún ejercicio de kihon, escuchar la explicación del sensei, y al inicio y final de la ejecución de un kata. Pero va más allá. Se trata de una actitud, de la adopción de un estado de concentración mental y física que prepara nuestra mente para hacer reaccionar a nuestro cuerpo de forma precisa. Va más allá del estado de zanshin, que supone una vigilancia activa, pero relajada.

En los últimos meses, mi estado mental se asimilaba al zanshin. He estado -y estoy- centrado en la obtención de la certificación ISO 27001 en la empresa. A la gestión ordinaria de las cuentas de los clientes se ha sumado el estudio de un montón de normas y los trabajos preparatorios correspondientes. Y el agotamiento al final del día apenas me ha dejado ganas de escribir. Pero esa vigilancia relajada tenía un motivo. Uno de los grandes proyectos del año podía materializarse de un momento a otro, y me estuve preparando para ello. Y así ha ocurrido.

Ahora, mi mente ha tenido que pasar a de un estado de zanshin un estado de yoi, que se desatará mañana con el arranque de este proyecto.

Es algo importante para mi, por el desafío que me va a suponer, pero también por la experiencia que me va a reportar, y estoy impaciente por arremangarme y comenzar.

Puede que el silencio en este blog continue hasta que vaya cerrando alguno de los frentes que tengo abiertos, porque la vida no me da pa’más, pero quiero disfrutar del primer al último momento de este proyecto, y posiblemente después pueda regresar por aquí y contar algún chascarrillo sobre él…

Ya, está claro que he dicho mucho sin decir apenas nada. Sorry, es que no puede ser de otra manera por ahora. Pero ahí dejo eso.

P.D.: Sí, esa foto es mía.